Anoche soñé con una buena amiga, de esas que nunca olvidas, esa que te enseña el tiempo, a dudar, a explorar el mundo y desmenuzarlo a base de teorías e ingenuidad.
Descubrir el universo, interpretarlo con nuestras herramientas, comprender la exquisita y a veces compleja senda de las relaciones humanas, las trampas del tiempo y el lenguaje inquieto del cubano, las desilusiones y las sorpresas, las indomables máscaras de la cultura y sus laberintos de tendencias, sin dudas fue como la carnada para lograr atraerme hasta los 28 años que he pasado junto a mi.
En todo este tiempo, mi infancia no ha sido más que ese tierno lapso lleno de alegrías, enternecedor y sutil en el que guardo huellas, que de todas formas tuvieron la asombrosa capacidad de influir sobre mi presente.
No se deja de ser niño nunca, no se es adulto si antes no se es niño, no existe la alegría sin motivos para tener una infancia feliz, y aunque en esa etapa solo nos importan los colores y todo aquello que por razón u otra se nos prohíbe, tenemos siempre la estrella, aunque sea por caprichos, de ir en pos de lo que queremos hasta ser tan tercos como el mismísimo Quijote.
Mi infancia no es sino una de mis buenas amigas, compañera fiel que me tomó de la mano y me puso a caminar a poco más de un año de vida, nunca me dejó solo, incluso cuando por su culpa dejé escapar lágrimas por seguir sus ideas y mis impulsos.
No hay lugar mejor para ser niño y feliz que Cuba, donde todo es justo como quieres, y varios trozos de madera con un par de ruedas son tu primer transporte, con un valor incalculable porque salió de tus manos, porque el primer regalo de papi fue un bate y al revés es una guitarra, porque en la escuela me dejan escoger si seré maestro o médico, si seré yo o me dejaré robar la iniciativa.
Anoche soñé que era niño otra vez, jugué con mis trompos y la pelota roja aunque mi color es el azul, fui al médico cuando me dio fiebre por escaparme al aguacero con mis amiguitos, arrugué el rostro por el castigo, quise ser grande para hacer lo que quiera sin ser regañado, dejé la toalla mojada encima de la cama, y me escondí en el closet cuando rompí el vidrio del vecino, cuando me encontraron desperté, sudado, sonriendo, nostálgico, feliz de haber vuelto alguna vez a donde todos queremos regresar al menos así a nuestra infancia.
Qué lindo Ale!!!! creo que todos seremos mucho más felices si volvemos más seguido a ese lugar de inocencia……Cariños!!!! Vero Jvc
Realmente me gustó, diste en la sensibilidad esa que necesitamos rescatar ……
Ves que yo no soy la única romántica que te dice que está bello. Por mucho que pase el tiempo, y seamos más grandecitos, siempre vamos a ser niños. Y hay un momento del día, de la semana, del mes y del año en el cual siempre queramos VOLVER A EMPEZAR.
Felicidades.